Escrito: Nostálgico café

 Si yo le digo a usted, encontrarnos en un lugar de Buenos Aires; a libre elección ¿qué diría? Sé que peco de imprudente pero desde que llegue a éste lugar solo una cosa se me ha pasado por la cabeza: ¿Qué será de la vida de aquella dama que supo tenerme de rodillas tanto tiempo? Sé que mi invitación no es propicia, pues, estoy al tanto de su compromiso, pero no esta en mis planes quedarme con la intriga en éste regreso a mis raíces.
 Déjeme contarle que ayer, vagando por las calles de Caminito, tratando de encontrar musas para mis poesías tuve el anhelo de encontrarla. No se por que fantaseo hacerlo entre tantas caras y miradas perdidas. De regreso a casa tomé mal los trenes y opte por caminos ajenos a los que tomábamos pensando que, en un juego del destino, usted piense lo mismo que yo y quiera escaparle a los recuerdos.
 Ahora lo que usted pensará es: ¿Si quiere huir de los recuerdos por que querrá verme? he ensayado esa respuesta hasta el cansancio y todavía no tengo una exacta. Solo diré que quiero verle. Preguntarle, quizás, si el ocaso en el bulevard Oroño en Rosario sigue teniendo la magia que solía tener, o algo parecido. Algo que denote mi interés en saber de usted.
 Hablaré poco de mi porque poco importo en esta ocasión. Digamos que quiero buscar algo que no he perdido pero tampoco logro encontrar. Me centraré solo en usted y compararé su presente con el añejo recuerdo que tengo dando vueltas en mi cabeza.
 Aprovecho la inspiración, le contaré que ni bien llegado a Buenos Aires pasé a saludar a mis amigos al café Martinez y aproveché a darme el lujo de reencontrarme con uno de los mejores cappuccinos que he probado. Entre tanto murmullo supe darme cuenta de que mi viaje no pudo ser mas exacto ¿qué a que me refiero? Que entre tanta gente hablando de quién sabe qué supe darme cuenta que la tenia que encontrar.

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