La vida me ha dado la desdicha de amarte. Lo manifiesto, porque soy plenamente consciente que mi definición de amar es completamente distinta a la tuya; la mía se fundamenta en la entrega de lo espiritual, excediendo lo material: el alma, por ejemplo. Mientras que lo tuyo sólo se limita a un acuerdo tácito de dos cuerpos que suelen chocar en una cama.
Y pienso en la desdicha porque no hay peor agonía que entregarle el corazón a alguien que lo usará como cenicero.
Y afirmo amarte porque no encuentro otro mejor sinónimo para la sensación de mirar tus defectos y sentir que todo estará bien.
Y aunque muchas de mis noches sufren el hecho de no poder evitar preguntarme por qué tenía que pasarme a mi, yo te amo. Éste hecho me acostumbró, no solo a guiarme a tientas entre tus muros, sino a saber claudicar cuando el herido de gravedad era tu ego.
Y me rindo porque soy testigo de que uno solo obtiene la verdad a través de tu cadáver.
Una vez más, manifiesto amarte porque cada palabra que destilo vive sólo por la ilusión de que la leas.
Y pienso en la desdicha porque no hay peor agonía que entregarle el corazón a alguien que lo usará como cenicero.
Y afirmo amarte porque no encuentro otro mejor sinónimo para la sensación de mirar tus defectos y sentir que todo estará bien.
Y aunque muchas de mis noches sufren el hecho de no poder evitar preguntarme por qué tenía que pasarme a mi, yo te amo. Éste hecho me acostumbró, no solo a guiarme a tientas entre tus muros, sino a saber claudicar cuando el herido de gravedad era tu ego.
Y me rindo porque soy testigo de que uno solo obtiene la verdad a través de tu cadáver.
Una vez más, manifiesto amarte porque cada palabra que destilo vive sólo por la ilusión de que la leas.
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